Mejor respuesta
A2A – ¿Qué haces cuando te quedas sin opciones?
1. Conocete a ti mismo. 2. Haz lo mejor para tu alma. 3. Deje el resto a Dios. Estas reglas son profundamente simples, pero más difíciles de lo que puedas imaginar. Muchos nunca llegan a comprender completamente ni siquiera el primero. Y, aunque debe intentarlo, ¿cómo puede hacer lo que es mejor para su alma, si no se conoce a sí mismo en primer lugar? Finalmente, ¿dejar el resto a Dios? ¿Colocarte en la Mano de Dios y aceptar Su voluntad sobre la tuya? Para algunas personas sería más fácil mover una montaña. Y aunque estas tres reglas son un proceso, también son un esfuerzo simultáneo. No es cuestión de esperar a terminar uno para comenzar el siguiente. Se logran mediante el trabajo arduo en los tres a la vez y juntos, trabajando en armonía.
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Respuesta
El sufrimiento es una elección que desconocemos haber hecho. Podemos elegir no sufrir solo si somos conscientes de que estamos eligiendo sufrir y cuando somos capaces de elegir no hacerlo. Para la mayoría de las personas, elegir no sufrir no es una opción.
Considere el sufrimiento causado por la pérdida de un ser querido. Hay dolor cuando de repente pierdes a alguien importante para ti. Este dolor, como cualquier otro dolor, abrumará y dominará la experiencia de uno, y embotará la conciencia de uno significativamente. Es difícil pensar con claridad, o en absoluto, cuando uno tiene dolor, y mucho menos estar profundamente consciente de sí mismo.
Incluso si quisiera tratar de ser consciente de sí mismo cuando tiene dolor y vea si tal vez mantiene el dolor donde realmente no lo necesita, hay una gran cantidad de normas y creencias culturales que requieren que sufra cuando pierde a su ser querido. Si no sufre, significa que no tiene corazón, sociópata sin emociones que es incapaz de amar. Serás juzgado con mucha dureza, por ti mismo y por los demás, si no estás en un dolor lo suficientemente profundo.
Se requeriría una presencia considerable, fuerza de compromiso, impulso y motivación para salir de bajo el dolor que estás sintiendo, el efecto revuelto que este dolor tiene en tus facultades mentales, la presión social que te exige sufrir y tus propias creencias sobre cómo debes comportarte en determinadas situaciones que requieren que sufras. La mayoría de las personas no tienen ese nivel de presencia, fuerza, compromiso e impulso, por lo que, aunque técnicamente tienen una opción, no son capaces de elegir.